Desbastar la piedra
bruta, acercándola a una forma en relación con su destino: he aquí la tarea o
trabajo simbólico al que tiene que dedicarse todo Aprendiz para llegar a ser el
obrero que posee enteramente su Arte.
En este trabajo simbólico, el Aprendiz es a la vez obrero, materia prima e instrumento.
En este trabajo simbólico, el Aprendiz es a la vez obrero, materia prima e instrumento.
Él
mismo es la piedra bruta, emblemática de su actualmente todavía muy imperfecto
desarrollo, a la que tiene que convertir en una forma, o perfección interior,
que se halla en estado latente dentro de esa imperfección evidente, de manera
que pueda tomar y ocupar el lugar que le corresponde, de acuerdo con el Plan,
en el edificio al que está destinada.
Dado que la Perfección es infinita, y en su estado absoluto inasequible, únicamente podemos esperar acercarnos a la perfección ideal que nos es dado concebir, en el estado o etapa de progreso en que actualmente nos encontramos.
Dado que la Perfección es infinita, y en su estado absoluto inasequible, únicamente podemos esperar acercarnos a la perfección ideal que nos es dado concebir, en el estado o etapa de progreso en que actualmente nos encontramos.
Nuestro progreso se
desarrolla, pues, a través de grados sucesivos de perfección relativa, y el
propio reconocimiento de nuestra imperfección por un lado (la piedra bruta), y
el de un ideal que anhelamos, por el otro, son las primeras condiciones
indispensables, para que pueda haber un tal esfuerzo o trabajo.
El trabajo mismo consiste en despojar a la piedra de sus asperezas, poniendo primero en evidencia las caras ocultas en el estado de rudeza de la piedra; luego, rectificando esas caras, alisándolas y quitándoles todas aquellas protuberancias que la alejan de una forma armoniosa como la que es preciso lograr.
Es importante notar que no se trata de acercar la piedra a la forma de un determinado modelo exterior, si bien esto puede servir de incitación e inspiración, sino que el modelo o perfección ideal ha de buscarse dentro de la misma piedra, de cuyo fuero íntimo ha de ser manifestada o educida la forma propia que a cada piedra idealmente le pertenece.
El trabajo mismo consiste en despojar a la piedra de sus asperezas, poniendo primero en evidencia las caras ocultas en el estado de rudeza de la piedra; luego, rectificando esas caras, alisándolas y quitándoles todas aquellas protuberancias que la alejan de una forma armoniosa como la que es preciso lograr.
Es importante notar que no se trata de acercar la piedra a la forma de un determinado modelo exterior, si bien esto puede servir de incitación e inspiración, sino que el modelo o perfección ideal ha de buscarse dentro de la misma piedra, de cuyo fuero íntimo ha de ser manifestada o educida la forma propia que a cada piedra idealmente le pertenece.
O sea, saliéndonos de la metáfora, se trata de
reconocer y manifestar la perfección innata del Ser Intimo, de la Idea Divina
que mora en cada uno de nosotros, cuya expresión relativa y progresiva es el
objeto constante de la existencia.
LvxCan
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